Joaquín Díaz

Romance de la pérdida de Alhama

Joaquín Díaz


Tom: C

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  Paseábase el rey moro - por la ciudad de Granada
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desde la puerta de Elvira - hasta la de Vivarrambla.
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                -¡Ay de mi Alhama!-
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Cartas le fueron venidas  de que Alhama era ganada.
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Las cartas echó en el fuego - y al mensajero matara,
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                -¡Ay de mi Alhama!-
Descabalga de una mula, - y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba - subido se había al Alhambra.
               -¡Ay de mi Alhama!-
Des qu’ en el Alhambra estuvo, - al mismo punto mandaba
que se toquen sus trompetas, - sus añafiles de plata.
                -¡Ay de mi Alhama!-
Y que las cajas de guerra - apriesa toquen el arma,
porque lo oigan sus moros, - los de la vega y Granada.
                -¡Ay de mi Alhama!-
Los moros que el son oyeron - que al sangriento Marte llama,
uno a uno y dos a dos - juntado se ha gran batalla.
                -¡Ay de mi Alhama!-
Allí fabló un moro viejo, - de esta manera fablara:
-¿Para qué nos llamas, rey, - para qué es esta llamada?
                -¡Ay de mi Alhama!-
-Habéis de saber, amigos, - una nueva desdichada:
que cristianos de braveza - ya nos han ganado Alhama.
               -¡Ay de mi Alhama!-
Allí fabló un alfaquí - de barba crecida y cana:
-Bien se te emplea, buen rey, - buen rey, bien se te empleara.
                -¡Ay de mi Alhama!-
Mataste los Bencerrajes, - que eran la flor de Granada,
cogiste los tornadizos - de Córdoba la nombrada.
               -¡Ay de mi Alhama!-
Por eso mereces, rey, - una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino, - y que se pierda Granada.
                -¡Ay de mi Alhama!-