Un día visitando el Rosedal, fulgieron sus miradas con pasión, y así nació su dulce madrigal, de noble adoración... Cruzaban los senderos del jardín tejiendo mil ensueños de ilusión, felices de vivir, cantando su canción... ¡Qué feliz seré junto a ti, (¡Feliz) dulce bien! (serás) Por tu amor (por mí,) Virginal, (y yo) ha de ser (por ti,) mi vivir (también) un edén!... (seré) Yo te quiero más (feliz!...) cada vez, (¡Mi amor) porque en ti (jamás) ya cifré mi fe, (podrá) mi ideal!... (morir!...) (a dúo) ¡Bello es amar, bello es sentir una pasión que hace cantar con emoción... ¡la dicha de vivir!... Las flores parecían incitar al beso ardiente y puro del amor, pues todas les brindaban al pasar su aroma embriagador... Las aves al mirarlos arrullar, de envidia o de gentil admiración, cesaban de trinar, oyendo su canción...