¡Ay, Pablo Ruíz, qué travieso! Corazón de plastilina, la vida te tira un beso, la gracia te da propina. Este niño, que es un caso, apunta buenas maneras, pero cuando pinta un vaso y el agua la pone afuera. Y sin ningún miramiento ha retratao a su abuela un ojo tuerce pa dentro y el otro pa' donde quieras. De Málaga, malagueñito, tú nunca fuiste pobre ni señorito. El divino impertinente se tutea con la gloria, con su pincel insolente se va escribiendo la historia. De cuadro en cuadro, al asalto saltabas como un chiquillo huracanes de cobalto temporales de amarillo. Y de la ceca a la Meca de la locura a las damas, ¿cuál de todas tus muñecas puso color en tu cama? De Málaga, qué buena suerte, este torero, primo, pinta de muerte. Cuando un perfume exquisito a dólar y trementina te viene abriendo las puertas a medida que caminas. Y el eco de tu presencia se lo rifan los señores tú defiendes tu conciencia a brochazos tricolores. ¡Ay, Pablo Ruíz, niño chico! Recuérdalo, por si acaso: tú siempre serás Pablito, aunque te llamen Picasso. De Málaga, ¡ay! malagueño, tú que lo tienes todo, no eres tu dueño. De Málaga, Málaga, malagueñito, tú nunca fuiste pobre ni señorito.