Te voy a contar mi cuento porque yo soy el ratón que se salvó del Titanic en la tabla del jamón. Con mucha imaginación y el hueso que me quedaba, del tirón puse un puchero a base de agua salada. Me puse a favor del viento que me llevaba pa Cái, pa matá el aburrimiento fui leyendo el Niu Yor Taim. Que si baja Gual Estrí, que si crónica social, la ratita presumida no se acaba de casar. Ni santo, ni diablo soy, ni rico, ni pordiosero, pa' qué quiero yo un trabajo siendo el rey de mi agujero. Y no me interesa el queso ná', si no viene regala'o. No se asuste, que así somos los ratones coloraos. Fugitivo en Hamelín, yo me salvé por la jeta, nunca me gustó el flautín y menos la pandereta. Fui ratón de biblioteca pero preferí la hambruna porque en la clase de al lado siempre ensayaba la tuna. Palabra de roedor, yo lo he visto, no es un bulo, al ratón de ordenador le entra un cable por el cuerpo que si no lo deja tuerto, se conecta a la memoria. Yo no sé cómo es la historia pero yo, ratón así, ni muerto. Dios me salve del veneno y de los laboratorios, que no tiren su dinero en pagarme un velatorio. Yo paso del teleflín, paso de la Güarner Broder, de joder al gato Yim, de marditos roedores. Al jartible de Martín y la boba Susanita le formamos un motín los ratones más gaditas. Y en Cádiz no hay ratón Pérez porque acabó en la ruina: hay ratitas y placeres a la vuelta de la esquina.