Manuela tiene duende y en los ojos una luz que quita la razón, que asoma cuando quiere y se va dejándonos deshecho el corazón. Nuestra mujer de nadie sabe hacer que todos quieran ser su otra mitad. Intenta ser su amante y te puedes olvidar de otra oportunidad. No hay que tirar del hilo porque se da el piro y acaba con la duda, que Manuela es todo, todo menos tuya. Manuela tiene duende y no pierde la cabeza con facilidad. La reina de la gente sólo juega con su suerte por su libertad. De todo hay en la vida, y Manuela no se priva de darse a vivir y, entre los elegidos, se ha colado un primo que le quiere dar un porvenir. Manuela se ha borrado mientras él se ha suicidado para fastidiar -mira qué mala suerte-, confundiendo los laxantes con el barbital.