Ya pasó el aguacero... Ya se van los nubarrones. Y, al cesar el chaparrón, se ve brillar la luz del sol. Como en aquella inmensidad, pasado el rayo sale el sol, tras las tormentas del querer la calma llega al corazón, y, al cesar el chaparrón, se ve lucir ¡la luz del sol! En la inmensidad del alma hay rugientes temporales, que, lo mismo que en los cielos, van pasando hasta alejarse, en los cielos y en las almas, tras el trueno, brilla el sol. Ya cesó el aguacero... Ya se van las nubes grises... Y al pasar un nubarrón, se ve asomar la luz del sol. Como en el cielo el corazón alguna vez se cubrirá de nubarrones, que el querer con su poder disipará... Y al pasar el nubarrón, se ve volver la luz de amor.