Cuando el mundo te arrincone y en la soledad te veas, y el corazón te abandone y se enturbien tus ideas... Cuando estés a la deriva y por la angustia cercado siempre tendrás a tu lado una mano de mujer. La mano blanca y suave que se extiende ante el dolor; desconocida mano que prodiga su favor... La mano de la impura que se acerca a acariciar, la de la carmelita que nos llega a consolar... De buenas o de malas, pero siempre para bien, sus manos nos envuelven y acarician nuestra sien. ¡Oh! manos de mujer, tejidas de ilusión, en cuya palma está brillando un corazón. Cuando el mundo a latigazos la cara te haya cruzado y acompañando tus pasos vaya la sombra a tu lado. Cuando la pena se amarre como una boa a tu cuello, cuando estés ya sin resuello una mano llegará.