De tanto darle vida a la muerte fuimos matando a la vida que echó a correr despavorida, llorando llegó la suerte. Desde la noche bajó el notario con tres sables de silencio, y se ha dormido el amor de cada sutil momento. A fuerza de tanta luna desgranada en la cabeza, la niña llora una estrella que huye y resbala en la artesa.