(El poema está datado en 1580) La más bella niña de nuestro lugar, hoy viuda y sola y ayer por casar. Viendo que sus ojos a la guerra van, a su madre dice que escucha su mal, Dejadme llorar, orillas del mar. Pues me diste, madre, en tan tierna edad tan corto el placer, tan largo el pesar y me cautivaste de quien hoy se va y lleva las llaves de mi libertad. Dulce madre mía, ¿quién no llorará, aunque tenga el pecho como un pedernal y no dará voces viendo marchitar los más verdes años de mi mocedad? En llorar conviertan mis ojos, de hoy más, el sabroso oficio del dulce mirar, pues que no se pueden mejor ocupar, yéndose a la guerra quien era mi paz.