Te conozco desde siempre, bienamado, Desde la edad primaria del viento. De tus manos espero el sol de cereal, Por tus ojos los hijos asomados me nombran Y me llaman. Eres un armario pleno, Un temporal de dicha, Piedra y sudor tranquilamente reunidos, Ay, amor. Renuévame cada mañana Como a las flores, no olvides Que yo amo viviendo todas las construcciones Que emanen de tu trabajo, ay, amor. Si te fallo o me abren, Algún año en algún tiempo, Si me muero encontrarán debajo de mi carne Otra carne, hay otro cuerpo modelado. Ay, si fueses tuyo en tus manos*. *versión de congreso de 1975: "ay, si fueses tú cirujano"