Durante muchos días busqué cómo decirlo sin abrirte una herida ni dejarte sufrir, las horas más amargas sonaron en mis venas como campanas rotas o trenes por partir. Te escribo pues la carta que encontrarás mañana debajo de la almohada, es la carta del adiós. No busques otro signo que el de la vida misma la vida que vivimos y nos hirió a los dos. Es una carta escrita con todos los dolores que nos abren el pecho y nos hieren las venas pero con ella quiero que comprendas que parto rompiendo para siempre las amadas cadenas las amadas cadenas, La tierra del amor tiene algo inexplicable y a mí me sembró el alma sólo de flores mustias. Te dejo mi sollozo sin un solo gemido y un jardín indefenso regado por la angustia de lo que se ha perdido.