El Sol sella la vidriera visible De los empedrados silvestres Sobre las rosas que alimentan A los burgueses extasiados por el olor La muchedumbre depara el origen De la burda consigna Dar pan al que pan tiene Dejar morir al que vivir obligan Amparados en la fidelidad Moralidad y demás Imposiciones cristianas Inexistentes en la práctica Pero mi hedor es más fuerte Más nauseabundo incluso que la muerte Lo que a mí llega se detiene Como el tiempo en el que permanezco anclado Lirios de sangre empapelados Uno a uno destrozando mis pulmones El agua desapareció por las rendijas del sifón Incrustado en el pecho de mi madre La gente desprovista de discernimiento Jugando al garrote y a la zanahoria Esperanzados en un mañana que no existe Y por el que mueren cada noche Seducidos por los concursos y el azar en venta Porque ni siquiera tú, ¡oh poderoso azar! Escapaste a la fragilidad estrecha de la frase Que encierra significantes mas no sentidos He muerto en la penumbra Mi miseria es pura Tan pura como la vida La vida nuda, la nuda vida Mi cuerpo es el resultado De sucesos ajenos a mí Que me segaron en placer Para luego cegarme por él mismo He visto las nubes moverse Pero no era más que mi cuerpo Al cual le hacían el levantamiento Aún entre sábanas logré captar Ese olor absurdo y embriagante Tal vez el peso muerto de los días Tal vez el cebo en el que pario mi madre O el recuerdo desnudo de tu sexo Estrellado junto al mío Aquella última noche por demás oscura Que solo me resta imaginar Pues ya la he olvidado