Cuando estaba cantando un bolero bajo su ventanal por el vibrar de mi voz se me aflojó la prótesis dental y cual saeta partiendo de mi boca sin poderlo yo evitar hizo una extraña parábola en el aire y ya no la ví mas nunca más. Ya sin mis dientes y parado frente a ti traté de disimular seguí cantando y por el agujero de mi boca salía todo mal. Desesperado busque por la vereda y al fin la pude hallar sobre uno de esos pegotes que abandonan los perros al pasar y aunque salve mi dignidad y ella jamás se enterará porque de un solo manotazo me la pude acomodar. Aunque salve mi dignidad aquí en mi boca un gusto amargo quedará.