Para qué continuar si vivir es llorar. Mi corazón se encuentra mansillado porque el barro lo ha salpicado. Es mi afán, olvidar, nada más que olvidar que Dios me dio por nombre flores mustias, sólo angustia y soledad. Que soporté miserias y dolor en esta lucha cruel del hombre, si ayer nomás con lava una mujer burlándose manchó mi nombre. Y al buscar amistad, encontré falsedad, que solo hallé en cien bocas pintadas, carcajadas del carnaval. Solamente un milagro de amor me haría resucitar, si a mi alma que sus puertas cerró pudiera un alma llamar. Si a la nieve de mis penas dos manos buenas la borraran de mi. Sino será mejor morir. Mi juventud la empapo con alcohol quedando mi dolor en calma. Quién pensará que traigo al tambalear sereno el corazón y el alma. Para qué recordar, es mejor olvidar que siempre fue mi vida toda fango como un tango del arrabal.