Ay, el amor con techo, ese que a diario Va y se sienta a la mesa, ese amor, ese Que cincha y suda, pobre amor, y a veces Se oculta de sollozar en un armario. Amor que en la intemperie de los meses Busca en piyama, algo extraordinario Cuando, con ligas, el ayer parece Morirse entre un bostezo y un salario. Pero, pena de dos, lava la pena El alma remendada de aspirinas, Dedica el corazón a pan casero, El cielo se organiza en la cocina, Los niños se han dormido y por las venas Sube la vida a murmurar: te quiero.