Las sombras llaman a mi puerta con un murmullo de voces olvidadas, y el alma sabe que ya están muertas y que son sombras que vuelven de la nada. Que sólo son recuerdos amargos del ayer, que sólo son fantasmas que se obstinan en volver... Fantasmas y recuerdos que se burlan de mi mal, llamando con las voces que nunca volveré a escuchar. ¿Por qué las sombras me engañan? ¿Por qué la amargura me busca y se ensaña? ¿Por qué no se abre una puerta, donde encuentre amparo, mi alma muerta? ¿Por qué me muerden las penas? ¿Por qué me condenan, a la recordación? ¿Por qué, en el dolor de mi suerte, el consuelo de la muerte, no me da su compasión? Mis labios llaman tristemente, porque ya saben que nadie los espera; mis pasos ruedan torpemente entre el cortejo de sombras compañeras. Caretas que se burlan del pobre corazón, fantasmas del recuerdo que me empujan a llorar... gritando con las voces, que nunca volveré a escuchar.