Muchacho de cafetín adornao con pilchas pobres, feliz con la fortuna de no tener un cobre. La pena de mi querer tan solo zumba un agravio cuando el silbar de los labios pita el pucho del milongón. Sol de mi suburbio que con dolor se ocultó tras el sueño turbio que su querer me mintió. Canto del desengaño volcó en mis años el mal de su traición. Mal de un viento brujo qu'en mi arrabal sopló. La vida me hizo rodar en busca de la esperanza y en vez de tu ternura topé con tu venganza. Y hoy tan solo mi ilusión es el humo de un resabio, cuando el silbar de los labios pita el pucho del corazón.