Muchacha que en la sombra de mis días luciste la estrellita del querer, quedaron tus amores sin falsía grabados en la aurora que se fue. Si a veces el embrujo de la vida, me señala la senda de otro amor, la nostalgia de ayer me llena el corazón de pesar y vuelve tu recuerdo porque hoy, te quiero mucho más. Sobre ese cariño nuestro nido se alzó. Pero, cruel, la muerte se llevó lo que con tanta fe, soñábamos los dos. No quedó ni el pájaro cantor que en nuestro patio gris fue un rayito de sol. Muchacha que en mis tiempos juveniles me diste la ternura de tu fe cuando ya se agotaban mis abriles en mi pobre camino te encontré. Por eso en la calleja de aquel barrio, donde juntos rezamos nuestro amor, reviviendo el ayer, devuelve la ilusión a soñar, como en la mañanita marchar, caminito al taller.