Si yo no hubiera entendido que aquellos latidos ponían la noche a danzar, tú no me hubieras ni bañado y vestido con humedades y gemidos. Si yo no hubiera quedado tan desarropado al centro mismo de tu placer, tú no me hubieras disecado y expedido el pasaporte hacia el olvido. Si yo no hubiera caído tan bajo de andar por atajos sufriendo atención, tú no me hubieras echado al cajón donde van despreciados retazos de amor. Por eso fui a inventar, para ti, melodramas que te hagan volver a mi cama. Si yo no hubiera escalado por cuando pecado ordenan tus celos saltar, tú no me hubieras advertido o suplicado ganas y morbo renovado. Si yo no hubiera saltado cual fiera, como ventolera de inquieto ciclón, tú ya no hubieras querido atrapar con tu alma y tus manos mi fiel corazón. Por eso fui a inventar, para ti, mil dolores que puedan atarnos de amores. La razón de este amor es espíritu en contradicción. Es Espíritu Santo de mi amor, de este amor que me quema flotando en el limbo que perdí, que no tengo. Soplando en el viento. Perdido en el tiempo. Perdido en el tiempo. Perdido.