Pupy yo te encontré en la avenida vendiéndote, violando la Carta Magna, exhibiendo el tatuaje, lasciva y puteando a los autos que no paraban. Aflójese mujer, pues qué le va a usted a hacer sino lo puede controlar. Tal vez de noche Dulcinea encuentre a un Sancho Panza. Pupy yo te encontré en La Marina haciendo de serpiente y de traga espada. Y cambiando de yate y piscina huyéndole a la revolución y el lacra. Desnúdese mujer, despacio para ver lo que hay detrás de este país. Y en pago de tus honorarios me hundiré por siempre. Pupy nombre colchón, Pupy nombre pastel, santo y seña de sexo y desorden. Pupy nombre gorrión, Pupy nombre lebrel. Hasta dónde te tengo, hasta dónde. No olvides de quitarle el freno a esa pasión que escondes. Pupy yo te dejé en la Avenida y creció tu leyenda en mi encrucijada. Y los gerentes de La Marina sufrían hipotermia y te perdonaban. Te pasaste mujer, con lo del Coronel y el desnudo en el cabaret. Quizá por una temporada te saquen del aire. Pupy yo te encontré en la Gran Vía tomándote un café con otro maquillaje. Con aquel sombrerito bonito. Yo sólo te reconocí por el tatuaje. Te vi como feliz, entonces me escondí y no te vine a saludar. Es que yo nunca me aprendí tu verdadero nombre.