Santa, más que santa, Magdalena humilde, en este "via crucis" al que te llevé, tu has sido testigo de todo el fracaso y has visto en silencio quebrarse mi fe. Quise darte todo, lo que merecías, y tan solo migas, te pude ofrecer, por eso esta noche, que renuncio a todo, Magdala perdona, la última hiel. Mis manos vacías sólo apresan sombras, mis ojos en sombras, sólo sombras ven. Y en esta locura de sombras y muerte, sellada mi suerte, espero tu bien. Que esta noche sea, para tu martirio, la última noche, el punto final. Y firme mi pulso le dejé a tus alas, abiertas las puertas, de la libertad.