Placer me parecías la esencia de la vida. Mi juventud te he dado, placer. Y para qué... Adiós ruidosa fiesta, me has vuelto un hombre triste, que amarga fueron todas las bocas que besé. Adiós comparsa loca, pierrots y colombinas, soy un desengañado, la vida es algo más y lejos de esa noche de vicio y de mentira quiero purificarme de sol y de verdad. Vuelvo a mi hogar arrepentido buscando el calor del nido que un mal día desdeñé. Tarde apercibo mi locura y aquel nido de ventura no será el que encontraré. Mi hogar es una escena dolorosa y sombría que se clava en mis ojos al llegar a su umbral, una cama rodean los míos y sollozan, la vida de mi madre apagándose está. Madre... más que sentirlo se adivina en mis labios llego junto a su lecho transido de dolor. Madre... perdón... y ella en mis brazos crispados expira tiernamente y entrega su alma a Dios.