Nena que mis brazos alzan, ¡hija de mi corazón! Canto alegre de esperanza, sueño en mi porvenir; sol naciente que en mi noche barre las tinieblas del dolor; lumbre de mi hogar; pan del corazón; ¡ansia de vivir!... Carne de mi carne misma, junto a tu cunita estoy, y, mientras tu sueño velo, vuela mi imaginación; ¿qué serás en esta vida? ¿cuál será el destino que se te trazó? ¡De mirar a su camino no te olvides Dios. Nunca tan mía como ahora, que el mundo entero ignoras; ¡que nada hay mas que yo!... Pienso que luego, hora tras hora, todo será una tentación... Luego pasiones o amistades, mentiras o verdades, ¡mis brazos forzarán! Siendo mi amor el más profundo, es ley fatal que el mundo de mí te alejará... Por eso mientras te acuno, vuela mi imaginación pasa rápida tu infancia y mis ojos ven surgir primorosa señorita que, rumbo al altar, luciendo va flores de azahar, velo de ilusión y un rubor sutil... ¡Nena! ¡Nena de mi alma! mi emoción quiere gritar ¡No me dejes! ¡No te vayas! ¡Que sin ti no se vivir!... Y en mi afán de pesadilla, no consigo que oigas mi grotesca voz; ¡Cuando te despiertas... lloras... y revivo yo!...