¡Andate!... Ya esperaba tu golpe temerario, seguí, ya que el destina la huella te marcó, que ya he de resignarme igual que un presidiario que sabe la sentencia que el Juez ya le falló... ¡Andate!... pero nunca te olvides en la vida de que yo he sido siempre derecho para vos; al fin si me querías con esa fe mentida yo en pago te adora como se adoraba a un Dios. Si te vas acordate de este amigo que en tus noches aciagas de aficción supo darte la gloria de un abrigo en el templo de su buen corazón. No es así tanto bien como se paga, pero ya que tu antojo es claudicar a pesar del despecho que me amaga sos mujer y te debo perdonar. Pensá que no es muy fácil hundirte en el olvido con toda la ternura que en vos deposité me siento cual si fuera un cóndor que está herido y sé que para siempre las alas plegaré. Si por abandonarme tu corazón se afana; será que nunca mi alma, cariño te inspiró, pero llevalo en cuenta que llorarás mañana al no encontrar un hombre tan bueno como yo.