Estabas tú en el humo. Tapié las chimeneas, puse tierra al hogar y estabas tú en el humo. Cambié cuerpos de chopo por manojos de olivo y estabas tú en el humo. Quemé los libros y las candilejas, borré la antigua escena y estabas tú en el humo. Siempre que pretendía un cigarro, una vela, estabas tú en el humo. Pero cerré mis ojos para que hablara el día y ya no estabas en el humo tú. Pero prendí mis manos con otro sol que floreció desnudo y ya no estabas en el humo tú.