Abre tal vez sea el cartero con un ramo de rosas que entregarte o el amor se disfrace (disfrazado) de cita ocasional: perdón equivoqué la puerta y la escalera, no vamos a negar nuestro destino ahora. Tal vez sea la tarde con su mejor sonrisa y alguna solución, la realidad vestida de cobrador de deudas que son tantas, o algún recuerdo antiguo de los que trae la lluvia. Quizás no haya nadie ya después que te decidas. Pero si acaso abres y si además es ella, pero si acaso vences el peso de esta tarde de soledad en tus piernas y te la encuentras quieta mirándote a los ojos en la puerta, no hay nada que entender, nada es preciso, murmúrale que todo está en su sitio, la puerta, la escalera, el jarrón con las flores, la tibieza, el visillo cerrado en la penumbra. Ofrécele tu casa… y su destino.