Oye, divina dama, mi corazón latir. Oye, divina dama, las notas de mi sufrir. En la ventana florida de tu gracia angelical, dejo la rima perdida de mi antiguo madrigal. Eres tan dulce y tan bella y tan sentimental, que de mis versos robo una estrella y hago tu adorno triunfal. Oye, divina dama, mi corazón latir. Oye, divina dama, las notas de mi sufrir. En mi lunario te sueña el sol querido de mi amor, y mi lirismo diseña un paisaje de dolor. Y es que al pensar si dejaras de aceptar mi adoración, qué triste el mundo sin tu sonrisa, ¡No mates mi corazón!