El amor que he perdido y sin embargo lo sigo buscando está vivo en mi carne doliente y lo siento en mis venas quemar. En mi copa la veo asomando su rostro... sonriente y juntando mi boca a su imagen la beso... la absorbo... la siento embriagar. Su bar vende un rubio veneno que apaga la sed y el dolor. Se llama la Calle sin Sueño, y yo voy buscando al pasar un poco de alcohol y de ensueño anclado en la barra del bar. Ilusión de encontrarla en el milagro de un loco espejismo, de volver a soñar que me quiere y que nada nos va a separar. Pero luego ese loco espejismo se burla... se esfuma... y otra vez todo rueda al abismo y quedo más triste bebiendo en el bar.