Nací en un barrio apartado, allá por los Mataderos, y de pebete, nomás, bailé el tango bien milonguero. Me apadrinó el bandoneón en mi lejana niñez y en los bailongos rufleros yo vi bailar los carreros. Y por eso siento bien el tango, porque en el fandango lo vi y lo aprendí. La corrida de costao es necesaria, muchachos, como la caña al borracho, como el cuchillo al asao. El ocho, che, ha de trenzar haciendo hamacar la piba y en forma provocativa la sentada hay que marcar. Soy pa'l tango como un trompo, bailarín de meta y ponga. Cuando salgo a la milonga me salen a copiar mi forma de bailar. En los cortes me hago el rengo y en las vueltas, con cuidao, por la afinidad que tengo me llaman "El Aceitao". Soy pa'l tango como un trompo porque el fuelle es un piolín.