Se arrastraba el rey traidor Pobre y sin su séquito Solo en busca de admisión Víctima en su suelo Y así él se iba desesperando y sollozando Y se iba lamentando A cuántos había perdido Y a cuántos había arruinado Cuánto había arruinado Se arrastraba el rey traidor Hacia el campo oscuro Y entreviendo a un buen pastor Le pidió refugio Y el pastor la senda le marcó Y el monarca caminó hasta una cueva Con espíritus, y compareció y ahí oyó ¿Dónde fue que usted nació? ¿A qué pueblo usted amó? ¿Por quién sintió devoción? Para gobernar Es preciso regalar amor y paz Y dejar atrás, la ira individual, que es debilidad Y es pecado de máxima pena Sin salidas subsistió como un rehén Ganando fe, pensando al amor que nunca fue Entre el pueblo y él, que no quiso ver Y ahora estaba enfrentando A la muerte encerrado Que no lo dejaba tranquilo Que lo sometía a su juicio Y ya sin ira a todas las preguntas él respondía, por él Y por su dinastía Sufriendo una dulce agonía Y, muy de a poco Obtenía el rey su defunción Pobre y sin su séquito Consiguiendo redención Sin nación ni féretro Murió ajusticiado y sin sucesión Y poco fue el legado que de él quedó