Mordí el camino que da a tu orilla, vi el rumbo desaparecer, yo sé que es fruto del exceso, y me arriesgo... Atascado en el lodo creí que ya había llegado, ciego fui a buscar tu puerto, crucé el mar rojo de tu encanto. Y me lanzo a la pendiente, y me aferro al alambrado, mis deseos que se estrellan contra el sol, y es tu voz que se apaga... Te prometo un buen intento y callar que llevo heridas, ni siquiera la sangre que ayer tú me secaste. Si al menos el rumor te dejase ceder un poco, no tendría que volver a pintar tu rostro con mis manos de lodo de nuevo...