Al fin de esta cantaleta brincoteó hasta mi lugar, se dio una hábil marometa y me invitó a participar. -Ande, anímese.-Me dijo- ¿qué tiene usted que agregar? A lo que yo respondí: -nada hombre nada ¡qué va! Siga usted, cuéntelo todo, diga lo que quiera y más; yo esperaré mi momento, ya le atraparé algún cuento y entonces sí que me oirá. -Pamplinas- Dijo- futesas, amenazas nada más. Y siguió hablando patrañas. Yo aguardaba silencioso maquinando un tenebroso maquinando un tenebroso plan astuto y arriesgado. Obstinado y peligroso con heroísmo suicida juré desenmascararle aunque perdiera la vida. Él, en tanto, se expresaba como gran conversador. Y le oí lo que esperaba, de las mentiras la peor. Que fue invitado una mañana de un gran investigador, y que era financiadora la agrupación cortesana. Que asistió al experimento en el que habían descubierto pues que la tierra era plana y que era todo de momento. Pero yo escuchaba atento y dominando otras teorías taché de supercherías sus embustes y sus cuentos y le interrumpí: -Momento caballero, son habladas; he aquí una persona culta a la que mantienen callada por el uso de la fuerza. Pero anuncio que esta farsa voy a desacreditar. Yo levantaré el suspenso de mi velo de silencio, y que brille la verdad como una espada vengadora que en mano conocedora siempre infunde claridad. Sepan hoy pues, los amantes de la ciencia y la cultura, que en un pliegue de mi capa y donde faltan seis costuras, guardo escondido un real mapa de la Tierra y sus contornos. De los viajes y retornos de intrépidos navegantes que aportan interesantes descubrimientos por mar, y, que ante tanta concurrencia valdría la pena aclarar. El plano que ven ustedes tiene una forma indicada de mirarse y a la que ha llamado el rey La Cartografía Explicada. Y, éste es el modo correcto de estudiar cartografía: el sur, debe estar abajo, el norte... creo que es arriba, y el oriente y el poniente a su extremo cada cual. Y el mundo debe observarse conforme a la nueva ley, porque así lo manda el rey, desde un plano vertical. Y, una vez puestos de acuerdo en estos simples pormenores, vamos al grano señores y aclaremos este enredo. La teoría de que la Tierra es plana fue considerada llamémosle obscurantista, hoy, vetusta y retrasada. Y, observen mi mapa atentos. Antes, no me digan nada. Notan ustedes lo mismo que tengo ante la mirada... pues, que la Tierra es cuadrada y es todo cuanto sabemos. Se oyeron gritos de miedo y risas de incredulidad, porque a veces la verdad aturde y causa revuelo si se expone así sin nada. Pero ahí había una mirada que observaba con recelo la veracidad reciente y contundente de mi plano. Que ondeaba como señal, en esa tarde de verano en que se acercó e profano conde Bruno del Breñal. Y me dijo: -así que tiene un mapa mundi en su poder, le exijo que me deje ver si es un plano autorizado, que hoy en día y por todos lados graban lo que más conviene. Yo le dije: - aquí lo tiene caballero, échele un ojo, y no me permita el enojo de tener pues que guardarle antes de que se convenza. Conque acérquese a mirarle y dígame ¿qué es lo que piensa? Se me acercó sin tardanza y se colocó a mi lado, lo miró con desconfianza y dijo algo perturbado. -Pues tiene el nombre del rey, y de muchos concejales, y creo que también usted tiene quince emblemas reales. ¿Quién es usted? -Me indagó-, nada tengo que decirle- Respondí-, esa pregunta debió hacerla antes de irse de la boca, sí señor, a tal extremo que en vez de participante del saber, parece el dueño. Lo miré frunciendo el ceño e iba sobre él sin tardanza, más se atravesó un pequeño que interrumpió mi venganza. Siempre he respondido atento las preguntas de los niños, así que voltee a mirarle y le pregunté: -¿Qué te pasa hijo?, di ¿qué te tiene intrigado? A lo que el rapaz me dijo con sus escasos siete años. -Óigame, pues yo no creo vivir en un mundo acostado, porque entonces si así fuera no podría escupir parado. Ni tendría yo la mollera para arriba y el tamaño no sería cuestión de altura, sino de gordura y de ancho. Ah, y no me vuelva a decir hijo, tendría yo que estar tarado. y corrió con sus papás, a donde ya no le vi más. Yo le escuchaba paciente e iba a contestarle cuando vine de pronto a acordarme que eso no lo había pensado. Y muchos menos preguntado al rey en el momento cuando me entregara la teoría de La Cartografía Cuadrada. Nadie le criticó nada ni dijo esta boca es mía . De modo que estaba a punto de brillar por mi insapiencia, cuando entre la concurrencia surgió una voz conocida, y era la del conde Bruno que iluminado decía: -Su teoría es muy acertada y aún si la Tierra es cuadrada, ¡Diablos! no tiene por eso que perder su cara plana. A esto le llamo progreso. Y acostó e mapa en el suelo y dijo que las dos teorías se unían ambas, y explicábanse notable mejoría. Y vino a preguntar de nuevo... -¿o no es así compañero? -Bueno, supongo que sí.-Corroboré-, este... más o menos. Y entonces lo que me dijo me acabó de convencer. -No me venga con modestias, -exclamó-.No se haga el tonto, no olvide las consecuencias de antiguas interrupciones. Caballeros, venga venga un fuerte aplauso cariñoso a este gran hombre de ciencia, que domina planisferios y cartografías modernas. Y entonces, y ante ese aplauso yo también me presenté, y así finiquita el cuento: Hombre letrado por ley y por si no me conocieran... Marcabrú, juglar del rey.