Sé que me acusan de soberbia Y tal vez de misantropía Y tal vez de locura Tales acusaciones que yo castigaré A su debido tiempo, son irrisorias Cada nueve años, entran en la casa Nueve hombres para que yo los libere de todo mal Uno tras otro cae, sin que yo Me ensangriente las manos Pero sé que uno de ellos profetizó Que alguna vez llegaría mi redentor ¿Cómo será mi redentor? ¿Será como yo? El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce Ya no quedaba ni un vestigio de sangre ¿Lo creerás, Ariadna? Dijo Teseo El minotauro apenas se defendió