Peñón salobre, austero Me recuerdo todas las noches Cuando desdentado Enfurecías al mar con tu postura. Sentado en el muelle anciano Con rechinar de embarcaciones Mi piel pegada al esqueleto Miraba embrutecido el universo. Imitaba tu postura domador De agua, de sal y de espuma, Receptor de vientos ancestrales Bastión de gaviotas y cangrejos. Cuanta ferocidad en tus dimensiones Cuanta piedra puesta junta, Ay cuantos siglos, cuantos siglos. Detuviste temporales, mano erecta, Rama pétrea emergida del planeta Las estrellas marinas no te quieren. Hoy me recuerdo de mi niñez lejana De tu color de piedra negra fortaleza He cambiado tanto, tanto Como tu caspa de algas cada noche. Los dolores que soporto no me muevan Y los vientos que a mi soplan No me cambien.