Cuando sepas como soy y comprendas la verdad tu fingida indiferencia cambiará. Me da lástima por vos y por mí, más te diré, aunque quieras que te deje, no podré. Al abrigarte entre mis brazos voluptuosos y murmurarte las palabras del amor, veo en tu alma renovarse la novela de la locuela Manón Lescaut. Escuchame Manón y déjate querer, aleja la tenaz preocupación del hombre aquel. Es nuestro el porvenir, lo dice tu mirar, las esperanzas de amar no han muerto en ti. Mi constancia y mi fervor lucharán con tu desdén y por obra del cariño triunfaré. Yo te juro por mi honor, y no en vano he de jurar, no podrás ser nunca de otro, ni serás. Cuando me acercas la ondulada melenita y me tortura la insistencia de tu voz, la luz extraña que reflejan tus pupilas, me están diciendo todo tu amor.