Muere la tarde cansada, no hay una gota de fresco, y en el jagüel la majada mastica su aburrimiento. En brazos del desaliento un boyero sudoroso sigue el trabajo forzoso hasta llenar la bebida, ya tiene el alma curtida y apenas es un mocoso. El sol que estuvo radiando desde que asomó la vista a otra región, fastidiado, emprende su larga fila. Un gran aliento respira la madre naturaleza, se estremece la maleza que esconde un mundo de vida y en la campaña dormida reina una santa tristeza. Todos los bichos del campo buscan refugio en sus nidos, solamente los chimangos no dan reposo al sus picos, los teros que son milicos están con el ojo alerta y la lechuza en la puerta de una casa imaginaria, se siente la propietaria de la llanura desierta.