Vos nunca sabrás por más que pienses todo el mal que me has causado, han dejado en ruina, tus caprichos un hogar santificado. Ella fue pa' mi más que la dicha de querer, todo mi amor, la amiga, más noble, la gran compañera de un hombre honrado y cabal. ¡Qué solo estoy! ¡Qué triste quedé! Dichosos aquellos que lloran un día y olvidan después. Yo no se llorar, aguanto el sufrir. Y aunque esto es horrible rastrero y cobarde, no se maldecir. Habiendo por ahí tantas mujeres, vos venís a arrebatarme lo que Dios me dio para solaz de mi vivir amargo y triste. Habiendo por ahí tantas que buscan un amor sincero y fiel, pusiste tus ojos en la que vos nunca debiste tus ojos poner.