Era esa hora del mediodía si la memoria no me es infiel en que las pibas van por el vino y los sifones al almacén. Yo me aburría solo en la esquina apuntalado por un farol y vos pasaste, iluminada, por el biabazo del padre sol. Me campaneaste con pretensiones y vi apagarse tus dos mirones. Después la cita y el barrio reo del organito y el cotorreo en esa hora que el sol se pone me vio pasearte como un trofeo apretadita a mi corazón. Después, la historia tan conocida, te tomé el tiempo y en la partida que con regodo te di un domingo pediste freno, te di la vida envuelta en besos y en ilusión. Y el cotorrito fue una maceta siempre regada por el amor. Yo puse el verde de la esperanza vos tu presencia como una flor. Dejé la esquina, ya no me aburro, soy un muchacho trabajador, que sólo quiere pasarse el día bajo tus ojos tomando sol. Que no se mueran las ilusiones, cantan a dúo los corazones.