La noche, compadre, se ha ido a baraja y pinta la guía del sol en el cielo. La luna, es la bruja fulera que raja y el sol, una rubia que se suelta el pelo. El sol es la diana que trae la alegría, la suave alegría de la vida nueva, la pilcha caliente que se pone el día cuando sale triste de su obscura cueva. El sol es el poncho del pobre que pasa mascando rebelde blasfemias y ruegos pues tiene una horrible tragedia en su casa tragedia de días sin pan y sin fuego. Nosotros gorriones del hampa gozamos su amistad sincera en días de farra. ¡Qué importa la guita si adentro llevamos el alma armoniosa de veinte guitarras! Nosotros cantamos con nuestra miseria el himno a los libres del verso sonoro sin tenerle envidia al canto de histeria del pobre canario de la jaula de oro. Nos queman las alas las luces del centro por eso el suburbio tranquilos buscamos y cuando una pena nos tala por dentro cantamos más tristes pero igual cantamos. La vida fulera, tan mistonga y maula nos talló rebeldes como los gorriones que mueren de rabia dentro de la jaula y llenan las plazas de alegres canciones. Marchamos sin orden, sin rumbo marchamos sin que el desaliento nos clave sus garras ¡Qué importa el camino, si adentro llevamos el alma armoniosa de veinte guitarras!