Saber que ya, sobre el alma dormida, Murió la quimera de la primera edad Y que ya también se fueron Las dulces primaveras De un tiempo mejor Que ya no volverá. Caer de nuevo a la vieja barriada Y ver que no queda ni sombra del ayer, Y ponerse a hacer memoria De cosas que pasaron Y no se olvidaron; ¡qué triste debe ser! Habla un portal Del dulce amor De mis dieciocho años Y que anda por mi vida Como una obsesión, Como una abierta herida Que sangra al son de los recuerdos Porque se refiere a un querer Del que jamás me olvidaré. Pensar que fueron dos ojos celestes Que al cielo robaron su dulce claridad Y la roja frescura De una boca jugosa Que nunca pensé Que la pude besar. Pensar que fueron dos manos de lirios, De lirios y de rosa que a flor de piel toqué Y saber que un día triste La amable presentida Se fue de la vida. ¡qué solo me quedé! Nada quedó De aquel amor, Nada más que el dolor Y la grata bondad de saber Que en mi vivir Es como un sol De esplendor.