Las leyes te amparan. ¡Qué saben los hombres! Los hombres que saben de tanto dolor, qué saben las leyes de penas de madre, la ley de los hombres es odio y rencor. No vengo a pedirte que vuelvas conmigo, ni vengo a implorarte conmiseración; borracha de rabia, yo vengo a decirte que lo que tu has hecho no tiene perdón. Cobarde mil veces, mil veces cobarde el hombre que jura y no sabe cumplir; y tu me juraste por tu santa madre, que antes de dejarme te ibas a morir. Cobarde mil veces, mil veces cobarde el hombre que un día se fue y no volvió; el hombre que un día juró por la madre y aquel juramento, más tarde, olvidó. Que vas a casarte, y a mi que me importa; que ya necesitas formar un hogar; que, pasando el tiempo, yo podré olvidarte porque así lo quiere la fatalidad. Que no me preocupe, que a mi y a la nena lo más necesario no nos faltará; tu hija no es tuya, su canción de cuna, para que lo aprenda, así lo dirá.