Chatita color celeste fileteada de oro y blanco, que lleva pintado al flanco: "El picaflor del Oeste". Aunque a su dueño le cueste la lleva limpia y cuidada, y cuando pasa cargada de flores, plantas, macetas, se alborotan las pebetas de mi sensible barriada. Como una enorme visera tejieron manos galantes los flecos de una arpillera. Cuelga en el medio -diquera- el sol de una cabezada y de una cinta encarnada remata el moño lujoso para que recuerde el mozo la fe de "su pior es nada"... Atado lleva en la vara para que la dignifique, el espamentoso dique de un potrillo malacara. Tira, como si jugara con el peso de la chata, del barro no se abatata, ni en el asfalto patina. Y al llamo de "Golondrina" se afirma en las cuatro "pata"... Su dueño: Julián Hermida, por mal nombre "Picaflor", medio poeta y cantor, pero bolilla corrida. Le ha dao más golpes su vida que el baul de un emigrado, por eso vive entregado al cariño de su china, al laburo, a "Golondrina" y a recordar su pasado...