¡María! no vuelvas María, que nada ha quedado de aquella alegría que honrado te dí. ¡María! no vuelvas María, que solo hallarías el eco cansado de un vals para tí. !María!, no vuelvas María, trayéndome ingrata la mancha escarlata de tu frenesí. !María! si llega ese día, no sé que sería, María, de mí. ¡María! creyéndote mía, te daba el sincero cariño primero que fue mi ilusión. ¡No vuelvas! que ya no te quiero, ¡María, María! de mi corazón.