Hace tiempo, en las nieblas de Londres, sobre un viejo cansancio de andén, te encontré, golondrina sin nombre, pasajera del tren de las diez. Y en el fuego de algún cigarrillo, con mis noches sin sueño, te amé, para darte en el humo, un anillo que hace tiempo, allá lejos, se fue. Hace tiempo y allá lejos, por los dulces años viejos del ensueño y la pobreza... Cuando el alma era viajera en vagones de primera, sin cansancio y sin tristeza. Hace tiempo y allá lejos, cuando no eran más que espejos los amores que viví, una noche larga y fría, sobre rieles de agonía, tras la niebla te perdí. No estarás en el viaje en que parta. Cuando partas, tampoco estaré. Pero tu alma, presente y amarga, volverá en aquel tren de las diez. Volverá en los recuerdos añejos. Volverá en aquel llanto de adiós, que hace mucho, una vez, y allá lejos, tu postrera mirada me dio...