Yo te evoco, perdido en la vida, y enredado en los hilos del humo, frente a un grato recuerdo que fumo y a esta negra porción de café. ¡Rivadavia y Rincón!... Vieja esquina de la antigua amistad que regresa, coqueteando su gris en la mesa que está meditando en sus noches de ayer. ¡Café de los Angelitos! ¡Bar de Gabino y Cazón! Yo te alegré con mis gritos en los tiempos de Carlitos por Rivadavia y Rincón. ¿Tras de qué sueños volaron? ¿En qué estrellas andarán? Las voces que ayer llegaron y pasaron, y callaron, ¿dónde están? ¿Por qué calle volverán? Cuando llueven las noches su frio vuelvo al mismo lugar del pasado, y de nuevo se sienta a mi lado Betinoti, templando la voz. Y en el dulce rincón que era mío su cansancio la vida bosteza, porque nadie me llama a la mesa de ayer, porque todo es ausencia y adiós.