Relámpago de luz, forjé en mi vida gris tan pronto te perdí, ¿por qué? Cansado de rodar y rodar tu camino seguí sin poderte encontrar. Mis pobres ojos ciegos van buscando, van llorando entre las sombras que te nombran y te nombran. Relámpago de luz y luego nada más, que el peso de mi enorme cruz. Hay un ansia que en mi pecho me dice con angustia, es la frase que martilla: "No nos veremos nunca". Es el saber que en mi suerte un silencio que es la muerte me contesta del ayer. Es el eco que en la noche repite en la penumbra, con acento de reproche: "No nos veremos nunca". Es el pasado miedoso que al volver me va diciendo: "¡Se fue!"