La tarde en el poniente su poncho recogía Peinando entre sus flecos un copo de arrebol Y el hilo de la noche, que en ancas se venía Bordaba en seda negra los pétalos del Sol Llorosos los yuyales doblándose al pampero Y el Viejo de la Carreta picando al buey sobón Atrácase a la férrea rejilla del pulpero Haciendo para el viaje su gaucha provisión Balando las ovejas se agrupa la majada Tirando "para las casas" en busca del corral Y el tero centinela, soldado de avanzada Vigila que el indiaje no arree un animal Calandrias y zorzales de pechos escarlatas Se ven en espesura del monte vivaquear Colgando de las ramas los palios de sus flautas Cual músicos cansados que vienen a nochear De pronto allá a lo lejos, a tranco acompasado Se ve asomar un flete bordeando el cañadón Y en el un gaucho triste de negro arrebujado Con porte de hombre nervio, audacia y corazón! Facón de plata al cinto, trabuco amarilleado Espuelas nazarenas, sombrero echado para atrás Allá va Santos Vega, jinete en su tostado Pensando que la vida para el está de más! Quién sabe que honda pena lo abisma al peregrino Centauro de las pampas, invicto payador! Que en vano las acacias y sauces del camino Se inclinan para verle sonreír en su dolor Más dicen los que saben de amores escondidos Y al gaucho le conocen su indómito valor Que solo son culpables dos ojos renegridos De aquella gran tristeza que aflige al trovador