Alzan las cintas; parten los tungos como saetas al viento veloz... Detras va el Pulpo, alta la testa la mano experta y el ojo avizor. Siguen corriendo; doblan el codo, ya se acomoda, ya entra en acción... Es el maestro el que se arrima y explota un grito ensordecedor. "Leguisamo solo!..." gritan los nenes de la popular. "Leguisamo solo!..." fuerte repiten los de la oficial. "Leguisamo solo!..." ya esta el puntero del Pulpo a la par. "Leguisamo al trote!..." y el Pulpo cruza el disco triunfal. No hay duda alguna, es la muñeca, es su sereno y gran corazón los que triunfan por la cabeza en gran estilo y con precisión. Lleva los pingos a la victoria con tal dominio de su profesion que lo distinguen como una gloria, mezcla de asombro y de admiración.