Todo lo que se me ocurre es decirte que lo siento, que no sé lo que me pasa, que es ridículo todo esto, que me muero de vergüenza, que quisiera estar muy lejos para no ver esa calma resignada de tu gesto. Te deseo de tal forma y desde hace tanto tiempo que al tocarte con mis manos atravieso por un sueño que me traba la cabeza como un nudo, como un freno, como un muro transparente que me impide amar tu cuerpo. Más que un deseo eres una obsesión, un espejismo más allá del amor. Más allá... Tantas veces he soñado el instante de este encuentro, tantas veces me deshice ocupándote por dentro, tantas veces he sentido la marea de tu sexo que esta vez que no es mentira me parece que no es cierto. No contento del fracaso me permito aún el exceso de aburrirte hasta el hastío con mis tópicos pretextos. Para qué tanta teoría si está claro como el fuego... Aquí estás, desnuda, abierta, esperando y... desespero.