Fue una primavera... arrancaban los sesenta con la vida en bandolera... yo tenía diecisiete y me decía: "ya eres muy mayor, debes intentar vivir un gran amor..." Y apareciste por un kiosco de Saint-Germain pedimos al unísono un "Salut les compains" y, entre canciones de Francoise Hardy logré invitarte a un té en "Le Paradis" Y te hablé de la poesía de la carne y el placer... y tú, de la alevosía que se oculta en la mujer... Y me enseñaste a vivir... y me enseñaste a decir: "J'aime j'aime, j'aime faire l'amour avec toi". No has cambiado nada... tal vez una sombra de melancolía en la mirada... aunque sigues conservando ese aire de muñeca virginal, como una madonna rusa de Chagall... Y más que loco me volviste el mundo al revés cuando me sentenciaste: 'Je serai ta maítresse' aquella noche en el "Aux Deux Magots" después de ver la "peau douce" de Truffaut y ahora que no voy al cine ni es tan dulce nuestra piel, déjame que lo adivine... tienes un amante infiel. Y me enseñaste a vivir... y me enseñaste a decir: "J'aime j'aime, j'aime faire l'amour avec toi". Y sin darnos cuenta, como mercenarios han entrado a saco los noventa... y ahora que, por fin, ya soy algunas cicatrices más mayor y tu una mujer pasando un mal de amor... volvemos a encontramos pero, en esta ocasión, yo te hablo del pasado y tú, de tu decepción Después de recibir "les 400 coups", Que lejos ha quedado L'amour fou, como toda la poesía de la carne y, el placer que fue sólo flor de un día que jamás ha de volver... Y me enseñaste a vivir... y me enseñaste a decir: "J'aime j'aime, j'aime faire l'amour avec toi".